“Y cuando despertó, el Dinosaurio todavía estaba allí”
Ángel Castillo Torres.
Ya inició la selección de quién será el candidato del PRI a la presidencia de la república. El pasado viernes 20 de octubre sesionó el Consejo Político Nacional, órgano de gobierno interno que tiene la facultad de decidir el método de elección. Lo ahí acordado no fue sorpresa. Ya lo había anunciado desde una semana antes Enrique Ochoa Reza, su dirigente nacional. Sólo se cumplió con el ritual de darle legalidad a una decisión tomada desde antes. Será a través de Convención de Delegados como se nominarán a los candidatos a diputados, senadores y presidente de la República.
El PRI no correrá riesgos. Apuesta a lo seguro. Ha optado por una fórmula que le garantiza ser competitivo. Ha escogido un método poco democrático pero eficiente para salvaguardar la unidad interna y confirmar al Gran Tlatoani en su facultad metaconstitucional de elegir sucesor. Nada de andar experimentando con ejercicios de ultra democratísmo, que si bien son lucidores acaban fracturando a los partidos. Los traumas que dejó la Consulta Directa a la Base Militante en el pasado aún azotan la memoria de los dirigentes y sus bases. En cambio la Convención de Delegados es garantía de control para que lleguen los que tienen que llegar a una candidatura.
El PRI regresa a lo que le ha funcionado. A la ortodoxia. A la disciplina interna. A la cultura de la línea. Al pragmatismo. Al corporativismo. A las decisiones cupulares. Al sometimiento de la voluntad colectiva en favor del Presidente de la República, su líder, su jefe político y Gran Elector. Y al que no le guste que tenga claro – como lo dijo Ochoa Reza, su líder nacional -…… “en este camino somos todos importantes, pero ninguno de nosotros es indispensable”. La amenaza es clara y directa para los que se atrevan a pensar y actuar diferente. Porque lo que se ocupa es la disciplina y el pensamiento único. No hay espacio para los herejes o rebeldes. Punto.
El PRI sabe que no está en su mejor momento. Que sus siglas están desprestigiadas, que actualmente se haya ubicado en el tercer lugar de las preferencias electores. Que para ganar tiene que mantener la unidad interna y fracturar a la oposición. Debilitar en un primer momento al Frente Ciudadano por México para que la elección sea sólo entre dos: PRI contra MORENA. Luego vendrá el ataque final para aniquilar al Mesías Tropical (AMLO).
Pero para que esta ruta crítica funcione debe escoger primero a un candidato competitivo, que no cargue con lastres negativos, que huela a “ciudadano” y no a “viejo PRI”, un político que no parezca político, que le facilite al tricolor construir alianzas con otros partidos y ganar la adhesión de amplios segmentos de votantes
indecisos o antisistema, pero que tienen miedo de que un personaje como OMLO llegue a la presidencia de la república.
Por ello en el tablero de ajedrez ya se ha dado el primer movimiento táctico: escoger el método de selección de candidatos, con especial cuidado y dedicatoria para resguardar al que va a ser el competidor por la presidencia de la república.
La Convención de Delegados es un procedimiento que le permite al Presidente de la República decidir sin tropiezos quién será el abanderado del PRI.
Hay algunos detalles que aún no se deciden pero en las próximas semanas quedarán definidos. La Convocatoria para la elección de aspirantes a la silla presidencial se emitirá a fines de noviembre o a más tardar el 15 de diciembre. Quedará en suspenso saber si se va a permitir la participación de varios candidatos o se cerrará a sólo uno. Al respecto creo que no debe descartarse la posibilidad de que para no parecer excluyentes y dar la apariencia de democráticos, la cúpula priista permita que compitan más de un precandidato. En este caso precandidata. Para este propósito cuentan con los buenos oficios de Ivón Ortega que tiene méritos sobrados para ser participante, aunque sin posibilidades reales de ganar, pero suministrando con su beligerancia y participación un elemento de legitimación al “Favorito” o “Tapado” de Los Pinos.
En cuanto a los posibles finalistas y beneficiarios de la Gran Decisión creo que ésta recaerá en José Antonio Meade Kuribreña o Aurelio Nuño Mayer.
La voluntad política de que alguno de ellos sea “El Elegido” se dejó entrever desde el pasado 12 de agosto cuando en la Asamblea Nacional del PRI se reformaron sus Estatutos para abrir la posibilidad de que un simpatizante no afiliado a ese pudiera ser postulado como candidato. Con esa decisión, avalada sin trabas por los asambleístas, quedo servida la mesa para que Meade o Nuño puedan ser postulados como candidatos del PRI.
Como siguiente paso el viernes 20 de octubre se oficializó conforme a la pauta diseñada en Los Pinos optar por un método electivo muy funcional (La Convención de Delegados) para que así se exprese sin contratiempos la voluntad del Líder Máximo del priismo.
Es inevitable concluir que la añeja cultura política del PRI sigue gozando de cabal salud y continúa instalada en lo más profundo de su AND. Se refrendan los rituales, la operación política, el lenguaje, la organización, los símbolos y los reglamentos internos que mantienen con vida las figuras del tapado, la línea, la disciplina sin espacio para el disenso y las decisiones cupulares.
Lo que el PRI está decidiendo de cara al proceso electoral 2018 es una apuesta peligrosa. En la actual coyuntura de hartazgo e irritación la sociedad aparentemente quiere un cambio y no más de lo mismo.
Sin embargo también hay que reconocer que existe un amplio y poderoso segmento de actores políticos y estamentos de la sociedad que comulgan en el altar del conservadurismo y la antidemocracia.