No importa, si hace años que no hablas con ella.
Si sus maneras de ser colisionan, cual si fueran autos locos.
Abrazar emocionalmente a la madre es abrazar la vida.
Es aceptar el concepto tal cual es.
Cuando tomamos a la madre, todo se endereza; estamos bien con la vida y todo lo que con ella llega, como relaciones, profesión, pareja.
Por el otro lado, si rechazamos a la madre, damos la espalda a la vida y a todo lo que proviene de ella.
Bert Hellinger decía que todo ser humano, sin su madre, esta perdido; que cuando se ha debilitado el vínculo con la madre, la persona va desorientada por la vida.
Desde el camino sanador que se hace en las Constelaciones Familiares, se trabaja en fortalecer este vínculo, por encima de la relación que mantengas o hayas mantenido con ella; por eso se llama el “Camino hacia la Madre”.
Cuando hablamos del vínculo con la madre, estamos manejando niveles muy profundos, de aquello que conecta de forma esencial con ella.
¿Por qué, es este vínculo tan importante para vivir en plenitud?
Biológicamente, nuestra madre es el medio por el cual llegamos a esta vida; con la madre, fuimos uno en su vientre, fuimos gestados y tomamos nutrientes, agua,vitaminas, minerales y proteínas durante nueve meses hasta que pudimos desarrollar este cuerpo y así conseguimos nacer; luego seguimos, por un tiempo más, íntimamente unidos a ella durante la lactancia.
En la mayoría de los casos, ella te cuidó, te vistió, te alimento y te ayudó a sanar cuando enfermaste. Pero incluso si no fue así, ella te dio la vida, que es el bien más preciado que tienes.
Por eso, este vínculo es tan importante. No existe otro igual. Nunca volverás a estar así de cerca con otro ser humano, como cuando estabas en el vientre de tu madre.
Cuando la juzgas, le exiges, la críticas, y te pasas horas pensando en cómo debió hacerlo, como debió manejar su vida, la relación con tu padre, su casa, contigo y tus hermanos, su trabajo o cualquiera otro tema y piensas que sus decisiones pudieran haber sido más acertadas, aunque esto sea verdad, te niegas a tomarla tal y como es, o tal y como fue.
Eso no hace diferencia en lo que ya sucedió. Está bien que lo analices, que reconozcas lo que te hizo bien o lo que te hirió.
Está bien, que seas capaz de ver sus errores, para al menos no cometer tú los mismos, e incluso que con amor, en su momento, le hayas sugerido, mencionado que había otro camino mejor.
Pero no te quedes allí estancado, dando vueltas una y otra vez a estos pensamientos y a las emociones que te generan.
Esto no quiere decir que tengas que hacerte su mejor amigo, llamarla todos los días, visitarla todas las semanas o acceder a sus peticiones.
No.
Simplemente significa que la ACEPTAS, tal y como es. Tal
y como fue.
Y al hacerlo, le dices “SI” a la vida.
¿Cómo te sugiero tomar a tu madre?
Siente fluir la aceptación hacia ella.
Esto quiere decir que asumes que ella lo hizo lo mejor que pudo, desde su nivel de conciencia. Que las desiciones que tomó fueron lo mejor para ella, y que no puedes ponerte en su lugar. Al aceptarla, podrás ver su humanidad y su divinidad y la verás reflejada en ti, cómo nunca te hubieras imaginado.
Siente gratitud por todo lo que te dió.
Sé agradecido por lo poco o mucho que ella pudo darte.
Por qué entre todas las desiciones que ella tomó, una de estas, fue darte la vida.
Entonces, podrás sentir en tu corazón el latido de la vida, que te llegó a través de ella.
Este, es un camino que te lleva hacia la libertad, donde podrás dejar de lado todo cuestionamiento o necesidad de compensación. Nada de eso hace falta en tu presente y futuro.
¿Para qué, hacer este trabajo de amor y aceptación?
Cuando trabajas el vínculo con la madre, todo lo relacionado con lo femenino y con tu línea materna comienza a fluir. Te nutrirás emocionalmente y te llegarán los recursos positivos para tus relaciones afectivas.
Tomar a la madre es acercarnos a la vida. Cuandoreconoces que ella tomó las mejores decisiones para su nivel de conciencia, te pones en una posición para recibir, y si recibes, puedes agradecer.
Recuerda, comprende, que todo lo que está a tu alrededor está en tu interior.
Con Amor, Marissa Llergo.