Como un huracán arrancó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Tiene prisa en sentar las bases de lo que será La Cuarta Transformación de México (4T).
AMLO se asume como el elegido para construir un nuevo régimen político. Considera que así se lo ordenó el pueblo de México en las urnas el pasado primero de julio. Obtuvo 30 millones de votos para que no hubiera dudas del mandato que recibía: Encabezar una revolución pacífica, institucional y ordenada para provocar un cambio radical que acabe con la corrupción, la inseguridad, la injusticia social, los privilegios de los que mandan y limpiar de podredumbre la política.
El sueño de la mayoría silenciosa es indiscutible. Hay que cambiarlo todo. Que no quede piedra sobre piedra. Sepultar lo caduco, lo repugnante, lo que los ciudadanos ya no quieren ver ni padecer. Por ello la conducta del presidente López Obrador se asemeja a la de un Cruzado. Y por lo mismo no se anda con miramientos.
La encomienda no es fácil: Hay que cambiar la naturaleza de un régimen político que nació de la alianza PRI-PAN y que entronizó al neoliberalismo durante 32 años.
Por eso el inicio ha sido tormentoso, polémico y lleno de obstáculos. Son muchos los grupos y personajes empeñados en mantener sus privilegios. Se resisten, conspiran y obstaculizan el cambio.
Han pasado poco más de 30 días desde que Andrés Manuel López Obrador asumió el gobierno de la república y las decisiones que ha tomado están cimbrado las viejas estructuras del poder.
Vivimos momentos de incertidumbre y tensión porque lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. No sabemos en qué va a acabar todo esto. Puede consolidarse el cambio anhelado u ocurrir un retroceso. La opinión pública está dividida. Pero Andrés Manuel López Obrador tiene a su favor un robusto bono democrático. Sigue contando con el apoyo mayoritario de la sociedad. Aunque también algunos sectores han expresado su desencanto por la incongruencia o incumplimiento de algunos de sus compromisos de campaña.
Hasta el momento sus más severos críticos han sido el Partido Acción Nacional y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. También algunas organizaciones de la sociedad civil defensoras de derechos humanos se han distanciado de AMLO por la decisión de mantener al Ejército en las calles combatiendo a los grupos del crimen organizado. Su proyecto de una Guardia Civil militariza suma rechazos y provoca críticas en su contra.
López Obrador es ave de tempestades. Provoca la polarización de los sentimientos, se le ama o se le odia. Pero él es inflexible en sus decisiones, “va derecho y no se mueve”.
Canceló el proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, en Texcoco; decretó la muerte de la Reforma Educativa; promovió una reforma constitucional para reducir los salarios de los funcionarios de alto nivel (ningún funcionario puede ganar más que el Presidente de la República); decidió la desaparición del Estado Mayor presidencial; canceló la pensión de los expresidentes de la república; eliminó del presupuesto de egresos el ramo 23 que fondeaba “los moches”; aumento al doble la pensión para adultos mayores, de 1,160 a 2,300 pesos; a través del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, 2.3 millones de jóvenes en México van a recibir una beca de 3 mil 600 pesos mensuales; abolió el servicio de gastos médicos mayores de la alta burocracia con lo que se ahorrarán 5 mil millones de pesos; está promoviendo reformas para que la ley considere delitos graves, sin derecho a libertad bajo fianza, la corrupción, el robo de combustibles y el fraude electoral; descartó una consulta previa, libre, informada y vinculante a los pueblos indígenas del sur-sureste para construir el Tren Maya; tomó por asalto con efectivos del Ejército y la Marina instalaciones estratégicas de PEMEX para combatir el robo de combustibles (el famoso huachicoleo) y ha sostenido contra viento y marea la figura de los Súper Delegados como sus representantes en los estados, a pesar de la oposición de muchos gobernadores y ha promovido reformas al artículo 108 de la Constitución para que el presidente de la república en funciones pueda ser juzgado por delitos de violación a las libertades electorales y por delitos de corrupción.
En este recuento parcial de la actuación del nuevo presidente de la república se puede observar que está esforzándose por cumplir sus promesas de campaña. Y así como Roma no se hizo en un día, la Cuarta Transformación de México va a tardar en consolidarse. Aunque también puede ocurrir una adulteración o fracaso de este proyecto.
Pero en medio de tantas dificultades, contradicciones y resistencias puede percibirse que aún hay oportunidad para el beneficio de la duda.