– Después de la catástrofe, ¿Qué hacer?.
Llega a sus 90 años con muchos achaques pero conservando la esperanza de que puede curar sus males. Para muchos su enfermedad es terminal.
Sin embargo, decretar su muerte a partir del aborrecimiento que sienten miles de mexicanos no tiene asidero en la realidad. El PRI ha demostrado tener más vidas que un gato e intentará curarse de la herida mortal que le produjo la elección de 2018.
El partido que se fundó un 4 de marzo de 1929 ya ha vivido la experiencia de ser expulsado del poder.
En el año 2 mil, Vicente Fox sacó al PRI de Los Pinos. En aquella ocasión, al igual que ahora, muchos se apresuran a escribir un epitafio sobre su tumba. Pero contra todo pronóstico en 2012 el partido tricolor logró recuperarse atrincherándose en las gubernaturas que en ese entonces controlaba mayoritariamente.
Fox fue cobarde al ganar la presidencia pues no se atrevió a darle la puntilla al PRI, por el contrario, decidió compartir el poder con su odiado adversario traicionando con ello la esperanza de millones de mexicanos. El PRI se salvó de la muerte política.
Por su capacidad de sobrevivencia muchos piensan que el partido tricolor puede resurgir si emprende una profunda trasformación interna y entierra vicios y prácticas que provocaron su estrepitosa derrota en 2018.
Iniciar la recuperación es una tarea titánica. En su actual circunstancia las fortalezas del PRI están disminuidas. Únicamente cuenta con doce gobernadores que pudieran emprender la restauración, más el aporte de los liderazgos de sectores y organizaciones y el de los futuros dirigentes nacionales que serán electos en el mes de julio.
Amenazan ésta posibilidad de resurrección la división interna que puede provocar la elección de nuevos dirigentes si la Consulta Directa a la Base Militante no es conducida con equidad, imparcialidad, transparencia y legalidad.
Otro peligro latente es que Morena y en particular el presidente López Obrador emprendieran una estrategia de seducción para sumar a su Movimiento a líderes y militantes del PRI con la intención de vaciar a este partido. Hay muchos priistas desencantados y otros oportunistas que ven en los nuevos dueños del poder a padrinos muy poderosos que pueden ayudarlos a seguir gozando de las miles del poder.
Cierta o falsa esta posibilidad el PRI está obligado a intentar refundarse para sobrevivir.
Lo que debe cambiar.
Este año deberá realizarse la XXII Asamblea Nacional Ordinaria en la que el PRI tendrá que acordar cambios profundos. Ya no hay espacio para la simulación. Es la última llamada. Si el PRI insiste en promover reformas internas de gato pardo en las que todo cambie para que todo siga igual estará cavando su propia tumba.
Tal vez deba cambiar hasta su nombre pero sobre todo debe enterrar prácticas patrimonialistas, autoritarias y excluyentes que asfixian la democracia interna. Reconocer y premiar la carrera de partido, estar cerca de sus militantes y abanderar las demandas más urgentes de los ciudadanos. Tomar las calles si es preciso para demandar soluciones. Aprender a ser oposición.
Está además obligado a incorporar en sus Estatutos sanciones y controles radicales que castiguen la corrupción de gobernadores, diputados, presidentes municipales y funcionarios de filiación priista. Debe ser el primero en denunciar a los corruptos que se aprovechan de sus siglas.
Prueba de fuego: Elección democrática de nuevos dirigentes.
Una primera prueba de que hay voluntad de cambio ya se dio el pasado miércoles 27 de febrero cuando se acordó que la elección de sus nuevos dirigentes nacionales sea a través de una consulta directa a sus militantes la cual sería organizada por el Instituto Nacional Electoral para garantizar piso parejo a los competidores. El proceso electivo podría realizarse en julio.
En los próximos días el Comité Ejecutivo Nacional deberá emitir la convocatoria para esta elección.
Ya empiezan a surgir los primeros nombre de los que aspiran a dirigir al PRI. Hay muchos tiradores. Aspiran, el actual gobernador de Campeche Alejandro Moreno Cárdenas, el ex rector de la UNAM el doctor José Narro Robles, la exgobernadora de Yucatán Ivonne Ortega Pacheco, el ex gobernador de Durango y actual presidente de la Confederación Nacional Campesina (CNC) Ismael Hernández Deras, Ulises Ruíz, ex gobernador de Oaxaca, Miguel Osorio Chong, ex gobernador de Hidalgo y ex Secretario de Gobernación, José Ramón Martell priista de grandes ligas, más los que se acumulen en las próximas semanas.
Cualquiera de ellos tendrá el enorme reto de salvar al PRI de su extinción.