El 25 de abril, la Comisión de Puntos Constitucionales del Congreso de la Unión, aprobó el dictamen para reducir la jornada laboral en el país, de 48 a 40 horas a la semana, sin embargo se suspendió la votación en el Pleno para su aprobación y entrada en vigor.
Cuestionada al respecto, Lilia Anely Anguiano Rodríguez, presidenta de la Asociación de Ejecutivos de la Gestión del Talento Humano (ADERIAC), dijo considerar que se trata de un cambio inevitable, pues hay otros países como Estados Unidos, que ya se rigen por jornadas laborales con dos días de descanso a la semana.
Sin embargo señaló que reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas de una semana para otra, impactaría en la economía de las empresas, sobre todo ahora que se acaban de aplicar otros cambios que también les han generado una afectación en las finanzas, por lo que sugirió que en todo caso, la reducción de horas de trabajo sea gradual.
Mencionó que además, debe generarse un acuerdo entre empresas y trabajadores, en donde se logre un “ganar-ganar”, es decir, que si los trabajadores tendrán el beneficio de menos horas laborales, lo retribuyan en más productividad, más ventas, mejores tiempos de entrega de productos o servicios, de manera que ayuden a preservar su fuente de empleo.
Por separado, Eduardo Kasis Chevaile, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (Canirac), destacó que esta reforma puede generar una espiral inflacionaria, ya que aumentará el costo de la plantilla laboral en las empresas, por lo que éstas tendrán que subir sus precios y serán los propios trabajadores quienes se vean afectados con esos incrementos.
Explicó que al reducir la jornada de trabajo, se tendrá que contratar más personal, lo que significa más costo en la plantilla laboral, además de que recordó que al menos en la industria restaurantera ya se vive un déficit de mano de obra, “si hoy ni siquiera completo mi plantilla de dónde voy a sacar para cubrir ese diferencial de tiempo”.
Destacó que además, esa reforma está diseñada para la industria manufacturera, pues establece una prima sabatina porque las fábricas pueden trabajar de lunes a viernes, mientras que los servicios como restaurantes, hoteles y otros, generalmente no descansan el fin de semana, sino otro día, por lo que en todo caso, esa prima laboral debería ser variable.
El empresario se mostró confiado en que haya un cambio en la reforma, pues destacó que inclusive “empresarios que han sido muy consentidos por el gobierno” han reclamado, lo que pudo haber generado que se postergara el dictamen.
A su vez, el empresario Alberto Narváez Arochi señaló que la reducción en la jornada laboral puede ayudar a que los trabajadores sean más productivos, sin embargo dijo considerar que no es momento para aplicar este cambio debido al entorno económico que atraviesa el país, donde hay un nulo o bajo crecimiento.
Recordó que las empresas han tenido que absorber este año un aumento salarial de 20%, un aumento en los días de vacaciones y aumento en prestaciones, a lo que se sumaría la reducción de la jornada laboral, por lo que auguró que habrá cierre de micro y pequeñas empresas, “un negocio con bajo ingreso, cómo soporta estas políticas públicas, el primer castigado va a ser el empleo, con menos gente tendrán que hacer lo que hacían otros, porque cómo sacas un dinero que no tienes”.