En la acción cotidiana, y entre la marea de acciones y elecciones que tomamos constantemente, es fácil sentir confusión en estos aspectos.
Me precio de ello y me encanta, decir que soy una persona congruente.
A pesar de un sin fin de decepciones, sigo creyendo que el mejor negocio es aquel en que todos ganan.
Sigo con mi fe, puesta en el concepto de que todo lo que le doy al universo, todo lo que hago por los demás, me regresará, a veces de maneras sorpresivas e inesperadas, pero volverá a mi.
Por ello, pong atención, amor y cuidado en lo que entrego.
Ya sean pensamientos, palabras o actos.
Que sean lo mejores, los más altos, los más bonitos.
Pero, también debo fijarme a quien le estoy entregando mis regalos de alta vibración.
Porque, hay personas, como a he mencionado, que no entienden nada de esto. Que viven en la confusión del USO Y ABUSO, sin entender qué papel juega el AMOR en todo esto.
Los objetos son para usar, las personas son para amar. Aquel que, por el contrario, usa a las personas y ama alas cosas, vive en un mundo que no se me antoja.
Procuro no desgastarme cuestionando los por qué a veces, me suceden cosas que no parecen estar en sintonía con lo que he dado.
Quien sabe, tal vez es algún karma que debía, o simplemente me tocó cruzarme en el camino de alguien que maneja oscuras intenciones.
Quizás he sido, en esos momentos, como el ciervo que atraviesa con mala suerte, una carretera. Y le toca que lo atropellen.
También puede ser que esa persona o personas que me causan daño, sean maestros de vida, y me dejan una lección importante. Este pensamiento es el que me gusta manejar, pues me es mucho más fácil de entender y aceptar.
Pero, si se trata de amistad, de trabajar a gusto, y de evolucionar, me quedo con las personas de alta vibración.
A los que no quieren vivir así, mis bendiciones, les deseo lo mejor.
Con vibraciones de amor,
Marissa Llergo.