Uno de tantos día, caminando al lado de mi esposo y compañero de vida, nos topamos con un obstáculo: una gruesa cuerda atravesada a todo lo ancho del camino.
El, inmediatamente, me ofreció la mano, para que pudiese pasar sin tropiezo. Tome su mano, salté la cuerda y se lo agradecí, como siempre.
Y este gesto, tan natural en el, pero tan escaso hoy día, me ha puesto a pensar en que muchos jóvenes actuales, no tienen. Este tipo de gestos que antes formaban parte intrínseca de nuestra educación.
Damas y caballeros…
Los jóvenes de hoy deben hacer un esfuerzo consciente para ofrecer detalles de amabilidad para con los demás.
Antes, crecíamos en un entorno que nos convertía en damas y caballeros casi en automático. El ejemplo muchas veces bastaba, para adquirir la bonita costumbre.
Dama significa: mujer distinguida, de buena educación. Es quien realiza sus tareas con dignidad, consideración y moderación.
Caballero es aquel que se ocupa de que los que le rodean estén a gusto.
Busca su bienestar.
Mi esposo, por ejemplo, cuando van a llegar visitas, de inmediato sale a re acomodar el auto, para que quien va a llegar tenga espacio suficiente al estacionarse. Yo voy al baño, a revisar que no falten toalla, papel etc.
Encendemos la cafetera, revisamos el sifón de agua, la despensa para ver si tenemos galletas, botanas etc.
Todo esto, sin pensarlo.
Espero que aún estemos a tiempo, para enseñarles esta valiosa actitud a nuestros descendientes.
Con amor de dama,
Marissa Llergo.