La incertidumbre terminó, José Antonio Meade Kuribreña será el candidato del PRI a la presidencia de la república. Es asombrosa la cantidad de reacciones que se han producido luego de que este 27 de noviembre se despejara la incógnita. El impacto mediático ha sido mayúsculo.
Para los priistas concluyó el dilema y al presidente Peña le sonríe el futuro. No hay rebeliones ni fracturas. Meade ha sido bien recibido por sectores, organizaciones y militantes del tricolor. En la opinión pública ha entrado con el pie derecho y en el mundo de la economía y las finanzas se elogian sus capacidades.
Se percibe como un aspirante que garantiza estabilidad y brinda confianza. Se le cataloga como un candidato diferente, competitivo, con buena imagen personal y muy capacitado para el cargo al que aspira. Las primeras encuestas levantadas unas horas después del destape lo colocaban ya en segundo lugar, pisándole los talones a Andrés Manuel López Obrador.
Este diagnóstico desde luego que no será del agrado del anti priismo, especialmente de los feligreses del Peje. Tampoco por los entrampados promotores del Frente Ciudadano por México. Saben que Meade puede ser su peor pesadilla. Que puede quitarles votos a ambos. Por ello lo más seguro es que en los próximos días lancen metralla de grueso calibre para descalificar al ex Secretario de Hacienda.
En la guerra de estrategias que caracteriza a una campaña electoral el PRI optó por lanzar como candidato a un ciudadano que no carga con el estigma de ser miembro de la clase política tradicional. Esa estirpe desprestigiada que provoca náuseas en millones de mexicanos. Los estrategas del PRI saben que las preferencias políticas se forman en gran parte de percepciones. Por ello apuestan por un perfil ciudadano que pueda despertar simpatías y adhesiones en el corazón de millones que repudian a los políticos de siempre.
Así que quienes ya daban por muerto al PRI van a tener que ajustar sus cálculos. El partido gobernante llega a la primera etapa de la contienda con fortalezas que otros partidos no han conseguido construir. Ejemplo: Un Frente Ciudadano por México que parece naufragar por la ambición de sus promotores y un López Obrador que sigue despertando desconfianza por su propuesta populista y demagógica.
La construcción de la candidatura de José Antonio Meade fue definiéndose a partir de la Asamblea Nacional priista del pasado mes de agosto en la que modifico sus Estatutos para abrir la puerta a candidaturas externas, a ciudadanos No Militantes. Los más astutos leyeron inmediatamente que no sería Osorio Chong, ni Narro. Podrían ser en todo caso Meade o quizás Aurelio Nuño.
A partir de esa fecha el juego del tapado retornó y la “liturgia” del PRI fue ejecutada con destreza por el presidente Peña. Todos se alinearon y esperaron el momento del “Destape”.
Hay que reconocer que el Gran Elector manejo muy bien la incertidumbre, el ritmo y los tiempos del proceso electivo hasta que constató que todo estaba razonablemente maduro. Permitió que todos jugaran. Los incitó con sutileza, los placeó, sembró versiones interesadas sobre el perfil del candidato, sembró pistas falsas para confundir y mantuvo de esta forma la disciplina entre los aspirantes. Peña nunca perdió el control de su partido y a través de Enrique Ochoa fue ejecutando con sagacidad el guion que el mismo había trazado.
Esta etapa previa de auscultación se reforzó con la aplicación de encuestas, sondeos, entrevistas e investigaciones acerca del pasado de los suspirantes para descartar que tuvieran muertos en el closet. Al final sólo uno obtuvo la mejor calificación: Meade.
Con una oposición fracturada Pepe Meade puede ganar. Mucho le debe agradecer a Ricardo Anaya su contribución en este sentido. El dirigente del PAN ha propiciado con su ambición la quiebra de la unidad en su partido. Margarita Zavala fue su primera víctima. Se fue del partido de sus amores por la exclusión y maltrato que le aplico Anaya y sus gente. Está fisura en las filas de un integrante del Frente Ciudadano por México valoriza aún más a Pepe Meade ya que su perfil y antecedentes como
funcionario de un gobierno panista (el de Felipe Calderón) lo convierte en un polo de atracción de miles de panistas que vomitan al joven maravilla.
Hay que añadir además que los candidatos independientes, que podrían ser dos, (Margarita Zavala y El Bronco) le van a quitar votos al PAN y a MORENA. Margarita sigue contando con la simpatía de miles de panistas que silenciosamente la apoyan y en cuanto al Bronco su estilo rudo y antisistema resulta muy atractivo para los posibles votantes que podrían ser seducidos por AMLO. Cabe también la posibilidad de que Rafael Moreno Valle, ex gobernador de Puebla, rompa con el PAN por la reiterada negativa de Anaya de someter a una consulta abierta la decisión de quién debe ser el candidato del Frente Ciudadano por México. Moreno Valle ha amenazado con fragmentar el Frente si no hay un proceso democrático para elegir al abanderado de la alianza. Si decide abandonar al bloque conformado por el PAN, PRD y Movimiento Ciudadano podría ser postulado por el Nueva Alianza, partido con el que históricamente ha mantenido acuerdos. En el mismo dilema está Miguel Ángel Mancera que demanda una consulta a militantes y ciudadanos para definir la candidatura presidencial del Frente. Si no lo consigue es probable que el PRD vaya sólo y que igualmente se desprenda del Frente Ciudadano por México. Anaya se quedaría sólo y sería un candidato débil.
Tenemos entonces que en la contienda de 2018 podría haber siete candidaturas a la presidencia de la república (Meade, AMLO, Anaya, Zavala, El Bronco, Moreno Valle y Mancera) con lo cual la atomización del voto beneficiaría a Meade.
Además, si se mantiene la proverbial disciplina al interior del PRI y la política de alianzas de este partido suma a otros institutos políticos como el Verde Ecologista y Encuentro Social se incrementarían sus posibilidades de éxito.
Así que no den por muerto al Revolucionario Institucional. Todavía se le mueve una patita. Hay que recordar que en política es el único lugar en que los muertos resucitan.
CARAS Y CARETAS.
Con la candidatura de José Antonio Meade las posibilidades de que José Ramón Martell se convierta en el candidato al Senado de la República se incrementan al máximo. Es sin duda el potosino cercano y con más oficio político en el entorno del ex Secretario de Hacienda.