CUENTO #16
CUENTOS DE CUARENTENA.
En verdad que este es un año de sorpresas, de cierre y de nuevas eras.
Si no fuera así, ¿Cómo es que me ha tocado llegar al comienzo del mes de un
cumpleaños tan importante, y en circunstancias tan distintas a las que imaginaba?
Nunca ha sido más cierto que si le cuentas tus planes a Dios, seguramente se reirá bajito…
Imaginaba, como mínimo, una gran fiesta. Hice planes para pasar una semana al
lado del mar y en compañía de toda mi familia. Tal vez un lindo viaje, por barco…
Y que llega este bicho que mis ojos no pueden ver, pero mi corazón ¡Sí que lo siente! Por tanto sufrimiento, enfermedad y muerte.
Tantos seres humanos que ya no seguirán escribiendo en su libro de vida. Tantos
días en extraño cautiverio, para ir saliendo, poco a poco, a una realidad que ya no
es la que dejamos atrás, antes de hibernar.
Tuvimos que cancelar todos los planes, hasta nuevo aviso. Cada familia de mi familia se guardó entre sus cuatro paredes, hasta quién sabe cuándo.
Mis hijos, los hijos de mis hijos, se volvieron hologramas, fotos, videos, conversaciones
virtuales y saludos a distancia.
Es curioso, ya de por sí, llegar a este número tenía mucho simbolismo para mí. El
número 60 se considera femenino y extrovertido. Está muy relacionado con mi
signo (Virgo) y con el planeta Venus.
Es el número de perfección innata. De sabiduría. De conexión con la voz interior.
Esa comunicación entre nosotros y la divinidad que habita el todo y también
nuestro interior, se vuelve completa al alcanzar este mágico número.
La misión del número 60 es añadir belleza y armonía a este mundo terrenal. Se abre una conexión emocional con el Eterno y Sagrado Femenino que nutre todas
las cosas.
Se me manifiesta con gran fuerza, el deseo y también el poder para traer armonía,
paz, justicia y verdad a todas las experiencias de la vida.
Recibo la oportunidad para desarrollar una idea más clara de lo que está bien y lo que está mal, así como de las consecuencias que vinculan la causa y el efecto.
Todo esto, lo he venido sintiendo durante el período de “hibernación”, que ha correspondido todos estos días de encierro forzoso, en los que me ha tocado crecer mucho, muy fuerte.
Lo voy a celebrar. En grande, a mi manera y la de mi compañero. Aunque sea sin hijos, sin nietos.
Brindaré con ellos desde sus pantallas, y a la orilla del mar, acariciada por la brisa tibia que me vio nacer y aún me acompañará por un buen rato.
Este, es un sueño que hemos de cumplir mi compañero y yo.
Al quitarle todas las capas a la envoltura de mis ilusiones (Qué aún me quedan muchas) ésta, es una de las más brillantes.
Así que, a celebrar mi nueva etapa, los novedosos planes que ya comenzaron a
llegar, como regalos de cumpleaños adelantados. Han traído consigo, muchas
emociones nuevas, y la certeza de que no haberme quedado todos estos días con
los brazos cruzados y cara de frustración, está rindiendo deliciosos frutos.
Felicidades a mí.
A la nueva mí.
Y
¡Esperen mis sorpresas!
Con amor renovado,
Marissa Llergo.