OPINIÓN

NIETOS ADOPTIVOS.

La pequeña S, es una vecinita de mi hermana acá en Los Angeles. Desde que la conocí, se hizo evidente para ella nuestro parecido físico de tal modo que al principio no estaba segura de quien era quien.

Antes de este viaje, no había notado que en verdad tenemos muchos rasgos que los demás pueden notar, hecho que se ha acentuado con el tiempo, nuestras afinidades y seguramente también nuestro amor mutuo.

Por si esto no fuera suficiente, nos divierte comprar vestidos idénticos y sorprender así a la gente, que aquí en USA no tiene reparos en acercarse y preguntar si somos gemelas. Ella siempre contesta que si.

¿Por que no? Es nuestra travesura y complicidad.

En fin, que la adorable pequeña decidió que yo le gustaba tanto como para jugar conmigo y llenarme de besos. Teniendo en cuenta la época de pandemia que aún estamos viviendo, es momento oportuno para añadir que estamos vacunados, y que tanto la familia de nuestra vecina, como nosotros, seguimos guardando las precauciones necesarias.

Mi querido lector, tengo que decirte que añoraba este tipo de acercamiento, puesto que tengo lo que podría llamar un corazón de abuela. A mis hijos los eduqué, no es lo mismo. A los nietos se les consiente, se les festeja, se les llena de juegos y ocurrencias, que para educar ya están los papás.¿Cierto?

Me gusta, y mucho, platicar con los pequeños, jugar, contarles cuentos. Amo sus risas y sonrisas, la forma tan natural (y digna de ser copiada) de ser simplemente felices. Y esto es algo que no he tenido por largo rato, pues mis hijos prefirieron mantenerse alejados por las razones sanitarias.

No todos los pequeños son así de naturalmente felices y sencillos como esta preciosa chiquilla. Pero, todos deberían poder serlo. Todos, niños y adultos, deberíamos tener esta opción. La vida es tan breve…

En fin, que por un día, mi hermana y yo nos convertimos en sus cómplices de juegos.

Y nuestro premio llegó, en forma de besos y abrazos, de risas y contagiosa alegría infantil, de canciones que aprendimos juntas, de juegos y carreras con los perritos, de llanto triste cuando su mamá vino por ella.

Pequeña S, te aseguro que me divertí tanto como tú. Y aunque tienes a tu abuela de verdad, aquí tienes otra que siempre lo será, desde el fondo de su corazón.

Con amor y una gran sonrisa, acrecentada por la dulce alegría infantil,

Marissa Llergo

Escritora y poeta

Del grupo permanente de editores

México DF

8/5/2021

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