Exembajador ante la Unión Europea, Porfirio Muñoz Ledo considera que la solidaridad humana –sobre todo la de los jóvenes– para remover escombros, rescatar personas, organizar cadenas de abastecimiento y prestar primeros auxilios es un llamado para que el país se transforme de manera sustancial. En él, puntualiza, los jóvenes tienen un papel preponderante. O se suman a la refundación del país o habrá dos mundos separados: el de la conciencia del cambio, y el de las instituciones y costumbres perversas.
CIUDAD DE MÉXICO.- Porfirio Muñoz Ledo se dice “sorprendido y maravillado” con la generación de jóvenes que se volcó a las calles después del terremoto del 19 de septiembre.
Comenta que le conmueve sobremanera la solidaridad ciudadana en la remoción de escombros y en la entrega de víveres y medicinas a los vecinos afectados. La movilización, señala, es similar a la de 1985, cuando el devastador terremoto, el más mortífero de la historia, provocó alrededor de 10 mil muertos.
El exlegislador, exsecretario de Estado y fundador del Partido de la Revolución Democrática apunta que la tragedia se inició con el terremoto del 7 de septiembre, que afectó sobre todo a Oaxaca y Chiapas, seguido por el del día 19, cuyos daños se resintieron en Puebla, Morelos, Tlaxcala, el Estado y la Ciudad de México.
“Los jóvenes prácticamente condujeron el proceso, con un innato sentido de organización y con una determinación a toda prueba. Conmovieron los muertos y los damnificados, aunque su número fue considerablemente menor al del sismo de hace 32 años. Sin embargo, habrá que esperar para conocer toda la verdad”, indica.
Doctor en ciencia política por la Universidad de París, Muñoz Ledo destaca el maravilloso ejemplo de solidaridad humana al remover escombros, rescatar vidas, organizar cadenas de abastecimiento y prestar primeros auxilios.
“Es algo que conmovió al país y al mundo. Es como si hubiéramos redescubierto nuestra identidad solidaria, nuestra identidad, lo que la llamada ciudadanía universal significa, la vinculación esencial de las personas con la comunidad, cualquiera que sea su edad.”
Retoma la palabra “socialismo” para referirse a este fenómeno solidario: “Es un ‘socialismo puro’. No como una forma de gobierno o como un régimen económico, sino como un hecho comunitario en el que todos están al servicio de todos”.
Cita el aforismo de Karl Marx escrito en La crítica del programa de Gotha: “De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades” que, asegura, resume el pensamiento socialista.
Y añade: “Se percibió una especie de estado de gracia en la conciencia colectiva, compuesto, de una parte, por un miedo que no ha cesado: el temor a las réplicas y la incertidumbre ante lo desconocido. Surgió incluso la conseja de que este lunes 2 se cumplen 11 años de que los arqueólogos desenterraron del Templo Mayor la efigie de Tlaltecuhtli, la diosa mexica de la tierra que devora cadáveres, lo que habría desatado su cólera”.
Voracidad de la clase política
Estos días posteriores al terremoto, militares, marinos, policías, bomberos y funcionarios cooperaron con los rescatistas y con la sociedad civil que, sin duda alguna, estuvo al mando de las operaciones, comenta Muñoz Ledo.
–En comparación con el sismo del 19 de septiembre de 1985, ¿quién se quedó más paralizado: Miguel de la Madrid o Enrique Peña Nieto? –se le pregunta.
–Indudablemente el gobierno de De la Madrid; estuvo totalmente ausente del rescate en 1985. Eso provocó, en pocos años, el colapso del sistema político vigente hasta entonces.
“Ahora el Ejecutivo federal y algunos de sus colaboradores presentaron en los medios proyectos de reconstrucción que, según Peña Nieto costará, 38 millones de pesos.
“Luego aparecieron los empresarios más ricos de México y comenzaron a proliferar las ofertas de ayuda de los partidos políticos –cuyas dirigencias que se liaron en una discusión bizantina con el Instituto Nacional Electoral y organismos públicos como la Secretaría de Hacienda– que anunciaron austeridad en el uso del presupuesto.”
Refiere que en la campaña presidencial de 2012 Andrés Manuel López Obrador propuso recortar gastos superfluos y eliminar corruptelas para dedicar recursos suficientes a la educación y a los programas sociales. Es curioso, dice, pues quienes lo criticaron entonces son quienes ahora dicen que esas transferencias son posibles.
Lamenta que se intente buscar la paja en el ojo ajeno, pues tanto los constructores inmobiliarios como los delegados políticos y otras autoridades violan de manera sistemática los reglamentos. Así, resulta difícil encontrar al responsable.
“Queda, sin embargo, un estado de la conciencia pública que otorga al terremoto y sus consecuencias una dimensión mayor. Un llamado para que el país se transforme sustancialmente”, apunta.
El ciclo de la historia
Exdirigente de la Corriente Democrática del PRI, Muñoz Ledo compara los cambios ocurridos después del terremoto de 1985 con el momento que está viviendo el país:
“Si medimos los cambios ocurridos desde aquel terremoto concluiremos que significó el inicio de la transición democrática y la conquista de la autonomía de la Ciudad de México que culminó con la expedición de una Constitución local, en la que curiosamente están previstas todas las acciones de fondo que podrían reducir las consecuencias de los riesgos y organizar a la sociedad para su autogobierno.”
–¿Entonces estamos viviendo una historia parecida?
–Sí. Después del sismo (de 1985), primero ocurrió la victoria electoral de la oposición, reconocida en la capital pero negada al escenario en el país mediante la grotesca falsificación de los resultados”, con la caída del sistema ante el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988.
“La única diferencia entre los dos sismos debería ser que, esta vez, hiciéramos imposible un fraude electoral; lo que va ayudarnos, sin duda, es la participación de los jóvenes.”
Al respecto, dice, propuso que las candidaturas sean mayoritariamente de jóvenes, insistiendo en reducir la edad para votar a partir de los 16 años.
“Los cargos de gobierno, además de la paridad de género, debieran tener una participación mucho mayor de jóvenes. Aquel terremoto produjo el pluralismo político más las reformas electorales que crearon el órgano independiente, el IFE (ahora INE); el partido gobernante perdió la mayoría en el Congreso de la Unión y, con ello, la hegemonía”, recuerda.
Muñoz Ledo fue el conductor de la reforma del Estado en el año 2000, una promesa incumplida del entonces presidente panista Vicente Fox, para emprender el proceso de transición democrática en México, como lo previó en junio de 2001 (Proceso 1286).
“Desgraciadamente, el gran proyecto de la reforma del Estado, que era la consecuencia natural y el requisito indispensable para la verdadera democratización del país, en el 2000 fue suplantado por la rapiña y la ignorancia de los gobiernos panistas”, comenta.
–¿Necesitábamos otra sacudida? –se le cuestiona.
–Sí. Ahora lo que se requiere es la remoción de la clase política actual y de sus cómplices en todas las esferas. El ímpetu de transformación no debe flaquear. Las elecciones de 2018 están llamadas a convertirse en una revolución pacífica. Siempre dijimos que el cambio verdadero residía en una transformación de las conciencias. Esto ya ocurrió, por lo que vivimos un momento plástico irrepetible que no podría desperdiciarse.
La soberbia del poder
Funcionario durante casi cinco décadas, recuerda que desde 2010 ha hablado de la necesaria refundación de la República, pero, sostiene, sus voces han sido desoídas por la soberbia del poder:
“Ahora es más que nunca necesario reconstruir las instituciones, comenzando por la propia Constitución. Desde el programa de la Revolución Democrática en 1990 planteamos la idea de una revisión integral de la Constitución del país, que se ha convertido en un almácigo de contradicciones y de ocurrencias presidenciales.”
Fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) junto a Cuauhtémoc Cárdenas, al que ambos renunciaron en años distintos, considera que la tarea de reconstrucción nacional exige una nueva Constitución.
–¿Es la misma propuesta que hacen López Obrador y Cárdenas, cada uno por su lado? –se le inquiere.
–Efectivamente, Cuauhtémoc, en su organización Por México Hoy, ha estado trabajando en el mismo sentido. Y, efectivamente, López Obrador ha insistido continuamente en la necesidad de una cuarta República Mexicana. Es natural, porque fuimos los tres líderes originales de la izquierda contemporánea de México y nuestro programa de origen es coincidente.
–¿Cómo hacer la nueva Constitución?
–Hay varios métodos. Desde luego, en países que viven acontecimientos semejantes se busca la forma jurídica para convocar a un Constituyente originario, pero aquí se han opuesto diversas trabas jurídicas que podrían esgrimir nuevamente los partidos opuestos al cambio. La otra solución es convertir al próximo Congreso de la Unión en el depositario inicial de esa tarea que, una vez concluida, se envíe, mediante el procedimiento ordinario, a los Congresos de los estados. Ahí, el papel de los jóvenes es crucial.
–¿Y si los jóvenes no quieren participar?
–Hay muy diversas formas de participación y creo que muchos de ellos podrían interesarse en el proceso, siempre y cuando no sean cooptados por los actuales partidos políticos. Aquí afortunadamente no es una organización que pueda ser fracturada o cooptada como lo hicieron con el movimiento #YoSoy132. Ni es sólo un grupo que pueda ser desaparecido, como en Ayotzinapa.
Y sentencia: “O los jóvenes se suman a la refundación del país o tendremos dos mundos separados: el de la conciencia del cambio, y el de la vieja Constitución y todas las instituciones y costumbres perversas que han colapsado. El dilema es la vida o la muerte de la nación”.