OPINIÓN

ULTIMO DOMINGO DE ADVIENTO.

Han pasado cuatro domingos, los anteriores a la simbólica llegada, cumpleaños establecido por los católicos para celebrar el advenimiento de Jesús.

En otras religiones, estos días de cada año también representan eventos importantes: Janucá o Hanukkah para los judíos, saturnales e invernales entre los romanos antiguos. Específicamente en el caso de los romanos, el 25 de diciembre se conmemoraba el Sol Invictus.

Januca, que se celebra desde el 10 hasta el 18 de diciembre. La fiesta de las luces. El nuevo comienzo.

Saturnales, por el dios Saturno, padre de Júpiter, dios de la agricultura y la cosecha. (17 al 23 de diciembre). Se conmemoraba la igualdad original entre todos los seres humanos. Escuelas y tribunales cerraban. Eran días de fiesta y descanso. Durante estos días, esclavos y amos vivían en igualdad.

Sol Invictus, Helios, Apolo, también llamado Mitra. Nacido el 25 de diciembre, día del solsticio de invierno. Es el momento en que el día es más corto y la noche más larga. Y a partir de ese momento, comienza a crecer.

Los ortodoxos siguen celebrando el nacimiento de Jesús el día 6 de enero, fecha en que hemos colocado la llegada de los Reyes Magos. Así, en algunos países, se  celebran ambos días: 25 de diciembre y 6 de enero.

Este fenómeno de mezcla, asimilación y fusión de elementos diversos, se llama sincretismo, y nace de la costumbre de los Cretenses, en la cual, a pesar de sus  diversas creencias, se unían frente a un enemigo común.

Regresado al catolicismo, y a los simbolismos que especialmente este año me llaman tanto la atención, los nueve días en que se festejan las pre-posadas (del 16 al 24 de diciembre) coinciden con los nueve meses oficiales que llevamos en confinamiento, al menos aquí en nuestro país México. Están relacionados con los nueve meses de espera de María, hasta el nacimiento de Jesús.

Todos estos elementos, me impresionan aún más cuando pienso en lo que hemos vivido en este año de cierre de la década, puesto que pasar de los 201… a los  202… parezca una entrada inmediata, la realidad mundial nos ha demostrado que es un portal, y que para pasar de un lado al otro, hemos necesitado de casi todo el año 2020.

Por añadidura, el día 21 de diciembre, Júpiter y Saturno estarán en conjunción, y este evento celestial, que sucede una vez cada 800 años, se nos mostrará como una brillante estrella, parecida a la relatada en nuestras historias navideñas. Como aquella que siguieron los Reyes Magos, para encontrar a Jesús, y que brillaba iluminando su pesebre.

Y aún más: tenemos el evento astrológico llamado La Era de Acuario, que aunque es de transición paulatina, se manifiesta con fuerza para comenzar el nuevo año 2021. Los conceptos predominantes de este cambio, declaran que aprendamos a ser un colectivo sin diluirnos, mantener nuestras singularidades integrándonos en grupos donde se puedan gestionar las diferencias, sintiéndonos parte de la humanidad.

Mi mente y mi espíritu, reúnen todos estos conceptos en un sincretismo personal, aunque sé que no soy la única persona en el mundo que se siente así.

Nueve meses de espera.

Una estrella enorme.

Un nuevo comienzo.

Desde donde te encuentres, sean cuales sean tus creencias y la dirección de tu fe, no puedes ignorar esta conjunción de símbolos. Mi disposición, siempre tendiente a lo positivo, me lleva creer en una nueva era para nuestra humanidad, en la que, pasando por encima de todas las flaquezas humanas, la gran mayoría nos encontremos despiertos y conscientes, con la mente llena de luz y el corazón repleto de amor, para unir nuestras manos espirituales, en un círculo tan  poderoso, que seamos capaces de iluminar el mundo, el tiempo, todo lo conocido, y bañarlo en la comprensión de que somos el uno y el todo, como gotas de agua de un solo océano.

Aunque no haya grades festejos, ni piñatas que puedas romper con tus seres queridos, ni abrazos y besos, ni intercambio de regalos, ni hermosas fotografías de una gran fiesta, ni los juegos, ni la mesa enorme y rodeada de tus seres queridos, te invito a celebrar, desde el mismo centro de tu ser, esta gran unión y  este nuevo advenimiento.

Celebremos que, entre todas las oí Isi rueda de este 2020, año de cambios trascendentales para la humanidad, debemos admitir y agradecer el aprendizaje y ésta oportunidad de evolución.

Para muchos, va quedando claro, su PARA QUÉ ESTOY AQUÍ.

Sigamos orando juntos y a distancia, meditando, manteniendo nuestra mente en pensamientos positivos y de amor, porque, lo creamos o no, nos está,os transformando; y al hacerlo, cuál fractales de la Red Universal, lo estamos cambiando TODO, para bien de todos.

Este 24 de diciembre, por la noche, cierra tus ojos y abre tu ser, y únete a la gran celebración. La luz que aporte tu ser, multiplicará en intensidad y ayudará a otros  tantos seres humanos a formar, se den cuenta o no, parte de una comunidad  despierta.

Cerremos el año con la mayor cantidad de amor que nos sea posible, para comenzar un ciclo totalmente distinto. UN CICLO DE LUZ. P

Con más amor que nunca,

Marissa Llergo.

 

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